¡Vivimos un nuevo hito en la Fundación Gil Gayarre!
Un equipo de 25 personas, formado por personas con discapacidad, familias, trabajadores y voluntarios han vivido la magnífica experiencia de llevar a cabo el Camino de Santiago.
Una experiencia de trabajo en equipo, inclusión, esfuerzo, solidaridad, austeridad...un regalo para las vidas de estos peregrinos y para la propia fundación.
Un proyecto que nace en el Equipo de Pastoral de la fundación, en el que varios miembros que habían realizado el Camino, lanzan esta idea con la ilusión de que las personas de la fundación también puedan disfrutar de esta experiencia única.
Y así comenzaron casi un año antes, a entrenarse. En Aluche, la Casa de Campo, las Rozas, el Monte del Pilar...varios fueron los lugares donde una vez al mes quedaban para entrenar e ir conociendo al resto de peregrinos.
¡Y por fin llegó el gran día! El 2 julio marchaba desde Pozuelo un autobus con los 25 peregrinos. Un equipo variado, diverso, de diferentes edades también, pero todos con el corazón lleno de ilusión por vivir este reto y por poder ayudar a cualquier miembro del equipo que lo necesitase.
El mismo día 2 llegamos a Sarria, donde hicimos nuestra primera noche, y donde comenzó nuestro peregrinar:
De Sarria a Portomarín, de Portomarín a Palas de Rei, de Palas de Rei a Arzúa, de Arzúa a Rúa y finalmente de Rúa a Santiago de Compostela, fue nuestro peregrinaje.
Unos días llenos de esfuerzo, de solidaridad, y también de risas, alegrías y grandes satisfacciones.
Hemos vuelto a comprobar que juntos, personas con discapacidad, familias, trabajadores y voluntarios, ¡podemos conseguir todo lo que nos propongamos!
Gracias peregrinos por vuestro ejemplo de esfuerzo, solidaridad, trabajo en equipo y por llevar a la Fundación a conseguir nuevos retos. El Apostól está orgulloso de vosotros y muy feliz de recibir vuestro abrazo.
Queremos dar las gracias al Padre Goyo y a la Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora, en Pozuelo de Alarcón. El Padre Goyo nos acompañó al Camino y apoyó en todo lo necesario, especialmente en las labores pastorales celebrando Misa diaria. Y la Parroquia tuvo el grandísimo detalle de financiarnos el autobús. ¡Muchísimas gracias!
Finalmente también queremos dar las gracias a todos los albergues y restaurantes que nos han dado alojamiento y comida en estos días. En todos nos hemos sentido como en casa y habéis contribuido a facilitarnos este difícil reto.
Como decía Rosa, madre de Javier, lo importante no es la meta, ni el camino...sino la compañía. ¡Y vosotros habéis sido la mejor!
¡Esperamos que os gusten estas imágenes y testimonios que resumen del Camino y cómo nos hemos sentido los peregrinos!
Guillermo, persona con discapacidad intelectual
Me encantó el camino. Lo que más me gustó fue andar y cuando Mamen nos recogía en coche cuando no podíamos más, me ha caído muy bien Mamen.
También me gustó ir a los restaurantes a comer, y los ratos que pasé con Jesús, María y los otros monitores. Me cayó muy bien el padre Goyo, que a ver si viene un día a la Misa de Torrelodones. Me gustó ir a Misa todos los días, y ahora he aprovechado y voy a Misa todos los días.
Con los compañeros también me lo pasé muy bien, especialemten con Javi Ponce.
Lo que no me gustó mucho fue madrugar...
El año que viene me gustaría repetir, pero esta vez desde Santiago a Sarria, por probar a hacerlo al revés. ¡Y a lo mejor mis padres se animan el año que viene!
Elsa, persona con discapacidad intelectual
Para mí fue algo nuevo, no me creía estar caminando.
Al principio, como me suele pasar con las cosas nuevas me costó un poco. Pero según pasaban los días, que veía las fotos, conociendo más a las personas, lo iba entendiendo y animándome más.
Antes además vivía mucho en el futuro y nunca en el presente. Ahora gracias al camino siento que estoy más en el presente, más pausada, más empática conmigo misma y con mi entorno. Creo que tengo una actitud más madura.
Lo que más me gustaba era llegar al hotel, ducharme y a la cama. Nunca había logrado descansar tanto tiempo, y descansé mucho. Eso me gustó.
También los buenos ratos que pasé con mi amigo Guillermo.
Ahora que han pasado los días me gusta ir mirando fotos y acordándome de todo.
Familia Núñez
UN CAMINO DE EMOCIONES Y RECUERDOS INOLVIDABLES
El Camino de Santiago se ha convertido para mí y para mi hijo Manuel Antonio, un joven con diversidad funcional, en una experiencia profundamente conmovedora e inolvidable.
Lo que inicialmente iba a ser un viaje de mi hermana, M. Estrella, en compañía de mi hijo, tomó un giro inesperado con el reciente y doloroso fallecimiento de mi amada esposa, Begoña, llevándome a unirme a ellos en esta travesía.
Desde el primer paso, una emoción inmensa me invadió, con la certeza de que Begoña caminaba a nuestro lado, en cada sendero y bajo cada cielo. Su presencia, aunque intangible, era tan real como el sol en nuestros rostros. Cada canto de pájaro, el suave susurro del viento entre los árboles y el crujido de las hojas bajo nuestros pies transformaron el viaje en algo verdaderamente sobrenatural e indescriptible.
Fue una conexión expiritual y profunda con nosotros mismos, con los compañeros de viaje, y a la vez, una comunión espiritual con el recuerdo vivo de Begoña.
Este Camino ha sido un testimonio de resiliencia, amor y la fuerza inquebrantable del espíritu humano.
Quiero expresar nuestra más sincera gratitud a la Fundación Gil Gayarre y, en particular, a todo el personal involucrado en la preparación y el acompañamiento durante esta vivencia.
Su apoyo incondicional fue fundamental para que este sueño se hiciera realidad, permitiéndonos vivir una experiencia que atesoraremos en nuestros corazones para siempre.
Mari Carmen, madre de Irene
Hice la misma ruta del camino en julio de 2024. Y puedo decir que la experiencia del camino ha salido tal y como pensaba, lo que no me podía imaginar es la satisfacción de haberlo hecho con la Fundación.
Es una experiencia para repetir e instaurar en la Fundación .La cara de felicidad de todos los integrantes era aún mayor según iban pasando los días. A todos se les ha hecho corto y fantasean con volver a hacerlo el año que viene. En la vida se necesita ilusión y motivación, así se puede conseguir todo.
Daría algo por conocer los argumentos de los profesionales del centro planteados en la Fundación para autorizar esta aventura del Camino. Gracias por creer en nuestros hijos y familiares y brindarles está oportunidad de demostrar todo lo que son capaces de hacer.
Fernando, hermano de Javier
Tener la oportunidad de participar en el Camino de Santiago como voluntario ha sido una experiencia increíble.
Las horas pasadas caminadas con las personas de la fundación, familiares y profesores permiten formar vínculos y mantener conversaciones que no se pueden tener casi ningún otro contexto. ¡El camino forja carácter!
Me gustaría animar a todos aquellos que estén considerando apuntarse como voluntarios en años futuros. Durante las caminatas todo apoyo es indispensable, ¡animaos!
Irune, madre de Luis
Cuántas dudas, cuánta inseguridad... ¿llegaremos a Santiago? 100 kilometros nos separaban de Sarria a Santiago, dudas y más dudas, pero merecía la pena correr el riesgo. Días antes, la lista de imprescindibles: calzado y ropa adecuados, cremas, vaselina para los pies etc... Y llegó el dia, el autobús esperaba a las 10 de la mañana, ¿subirá Luis al autobús o se dará media vuelta y querrá volver con su padre? Primer reto conseguido: Luis sube al autobus, kilometros por delante, llegada al hotel, cena y a dormir.
Al día siguiente, estiramientos y a caminar, otra etapa vencida y otra y otra. El tercer día, a Luis le dio una lipotimia que afortunadamente se repuso con un descanso y agua, pero se plantó, ni un paso más, ¿y qué ocurrió? Que allí apareció Carmen con su bólido haciendo mil piruetas para llegar al sitio y es que Carmen nos esperaba en los sitios mas inesperados con el maletero abierto y el avituallamiento necesario para poder continuar el camino, ah! y con una manta para que no cogiera frio si alguien estaba sudando.
Pues así y por fin llegamos a la plaza del Obradoiro, ¡¡¡apoteósica llegada!!! Abrazos, lágrimas de emoción y fotos para guardar en el recuerdo.
A las 8 misa del peregrino, concelebrando el Padre Goyo, con varios sacerdotes más y haciendo mención a los asistentes de Fundacion Gil Gayarre.
Para nuestra sorpresa y después de la misa, como colofón, el botafumeiro, rara coincidencia pero que hasta en eso tuvimos suerte. A la salida, nos vimos rodeados de varios obispos, conocidos del padre Goyo con los que charlamos animadamente.
Y así acabó nuestra experiencia del CAMINO que siempre quedará en nuestro recuerdo y que gracias a Jesús, Irene, Carmen Maria y el Padre Goyo, fue posible y a los que siempre les estaremos muy agradecidos.
Alisva, madre de Elsa
Llevaba tiempo deseando hacer el Camino con mi hija y empecé a ver opciones hasta de ir en burro por si no pudiese avanzar... Al final me pareció́ complicado organizar un viaje de esta naturaleza para una madre con una hija con discapacidad. Soy de las que creen que si le pido al universo se hace realidad. Lo escribí en una nota todas las posibilidades de hacer el camino para que el universo haga realidad este sueño.
De pronto, la propuesta por parte de la Fundación me pareció́ maravillosa, de modo que no tardé en apuntarme a la iniciativa.
El camino de Santiago fue para mi la mejor terapia del silencio. Aprendí que sanar no tiene reloj... tiene ritmo. Acompañar no es acelerar procesos, es estar ahí, paso a paso.
El tiempo no sana... la calidad de la presencia sí.
Sanar no es llegar antes...es caminar con él-ella mientras lo necesita (María)
Minutos sin prisa… caminar al ritmo de quien acompaño.
Sin la presencia de quienes hicieron realidad este sueño, no me imagino este viaje maravilloso. Gracias Jesús, María, Carmen, Irene, padre Goyo y al universo Dios o vida.
Carmen, trabajadora de la fundación
Acabé la experiencia cansada físicamente, sí, pero feliz. Me sentía como renovada, recargada por todo lo que me había aportado el Camino a nivel personal. Lo que comenzó como un voluntariado más dentro de mi trabajo, se transformó en algo mucho más especial.
Con mis compañeros formamos un equipo sólido y comprometido. Nos complementamos, trabajamos codo con codo y siempre estuvimos atentos a lo que cada uno pudiera necesitar. Hicimos nuestro trabajo desde el cariño, compartiendo no solo tareas, sino también risas, conversaciones y momentos que nos unieron aún más. Es lo que ocurre cuando compartes no solo objetivos, sino también valores. Salimos reforzados, sin duda.
Las familias fueron un verdadero descubrimiento. Su actitud ha sido siempre facilitadora, cercana y generosa. Escuchar sus historias de vida, llenas de resiliencia, coraje y amor, me recordó el valor de lo cotidiano y la importancia de vivir el presente.
Y los chicos… cada uno de ellos me sorprendió día tras día. Ver cómo se superaban, su energía, su ilusión, sus ganas de seguir avanzando pese al cansancio... es algo que emociona profundamente.
También vinieron algunos hermanos, y me tocó ver de cerca el vínculo tan especial que tienen entre ellos. Cómo ponían a su hermano en el centro con tanta naturalidad y cariño. Verlos compartir experiencias entre ellos y formar su propio grupo fue otro regalo inesperado.
En general, compartimos todo: cansancio, alegría, superación, apoyo, emoción… y eso nos convirtió en un gran equipo. Si nos miro desde fuera, como alguien ajeno, siento un enorme orgullo por lo que hemos construido juntos y por todo lo que hemos conseguido.
Lo que empezó como una propuesta divertida entre compañeros ha superado todos los esquemas. Vuelvo con el corazón más grande, más lleno y, sobre todo, más feliz.
Jesús, trabajador de la fundación
Sin duda ha sido una experiencia maravillosa. Intento elegir los mejores momentos y realmente me cuesta.
Las 9 personas con discapacidad que han participado han estado increíbles. Cada uno ha aportado su originalidad, se han esforzado, han cuidado del resto de los peregrinos, se han adaptado a las circunstancias...han sido de verdad ejemplares.
Pero si compartirlo con ellas fue fantástico, aún más especial fue hacerlo con las familias. Acostumbrado a verlas en situaciones concretas, como reuniones o eventos, verlas en el día a día con sus hijos o hermanos, fue un regalo increíble. Ver con qué cariño, esfuerzo, humor, sabiduría...les trataban, ha supuesto para mí una lección diaria. No puedo más que darles toda mi admiración.
Y las compañeras y el padre Goyo. Sin ellas y su actitud el Camino hubiese sido más triste. Estuvieron perfectas. En todo momento.
Finalmente poner en valor el hito que este Camino supone para la Fundación Gil Gayarre. Un logro más en el largo camino de la fundación. Una muestra de cómo apuestan, creen y apoyan a las personas con discapacidad. Es realmente un honor formar parte de esta gran familia.
Ojalá que el año que viene volvamos a caminar y disfrutar de esta escuela de vida que es el Camino de Santiago.
NOTICIA EN VERSIÓN ACCESIBLE
Un viaje muy especial en la Fundación Gil Gayarre
Un grupo de 25 personas, con y sin discapacidad, ha vivido una gran aventura: hacer el Camino de Santiago.
Este grupo estaba formado por:
- Personas con discapacidad
- Familias
- Trabajadores
- Voluntarios
Todos juntos han caminado durante varios días. Han compartido momentos de esfuerzo, alegría, ayuda y amistad. ¡Fue un regalo para todos!
La idea nació en el Equipo de Pastoral de la Fundación. Varias personas ya habían hecho el Camino y quisieron que otras también pudieran vivirlo.
Un año antes, empezaron a entrenar:
- En Aluche
- En la Casa de Campo
- En Las Rozas
- En el Monte del Pilar
Se reunían una vez al mes para caminar y conocerse mejor.
El día 2 de julio, el grupo salió en autobús desde Pozuelo. Todos estaban muy ilusionados por el reto y con ganas de ayudar a los demás.
Ese mismo día llegaron a Sarria, donde durmieron la primera noche. A partir de ahí, hicieron varias etapas:
Sarria → Portomarín
Portomarín → Palas de Rei
Palas de Rei → Arzúa
Arzúa → Rúa
Rúa → Santiago de Compostela
Todos demostraron que trabajando juntos, se puede lograr cualquier cosa. Personas con discapacidad, familias, trabajadores y voluntarios formaron un gran equipo.
Gracias especiales a:
- El Padre Goyo, que celebró misa todos los días y apoyó mucho al grupo.
- La Parroquia de la Asunción, que pagó el autobús.
- Los albergues y restaurantes, que dieron comida y alojamiento con mucho cariño.
Como dijo Rosa, madre de Javier:
“Lo importante no es la meta ni el camino… sino la compañía.” ¡Y la compañía fue maravillosa!
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